Aprende a sonreír sin motivo.

sábado, 14 de junio de 2014

Vinagre para las heridas, ¿dulce azúcar al final?

Repito lugares, que no momentos: vuelvo, vuelvo, vuelvo, sin intención de dejarte volver. Vuelvo, y cambio el día, la persona, el clima, para que cuando piense en ello automáticamente no aparezca tu cara en mi mente, no exista ya ese recuerdo. Pero no me daba cuenta, a medida que me perdía de calle en calle, que el cielo cada vez era más gris, las nubes se abalanzaban sobre mí y sin venir a cuento se puso a llover. Peor que un diluvio, sin tener un resguardo, sólo me acuerdo de cómo las gotas se deslizaban por el asfalto y dejaban ese olor a tierra mojada que me activaba todo por dentro. Siempre serás mi invencible tormenta de verano, con truenos y rayos incluída, escandalosa, grandiosa, que aparece sin que nadie la espere y se va sin que te haya dado tiempo a reaccionar, apenas cinco minutos después.

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