Aprende a sonreír sin motivo.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Vuelve

"Ésta es la verdadera e imposible historia de mi grandísimo amor. Con la esperanza de que ella no lo lea y me lo reproche no he incluido muchos detalles reveladores. Su nombre, los datos personales sobre su nacimiento y educación y cualquier cicatriz o mancha de nacimiento identificables. Aun así, no puedo evitar escribirlo para ella. Y decirle: lamento cada palabra que escribí para cambiarte, lamento tantas cosas. No podía verte cuando estabas aquí y ahora que te has ido te veo en todas partes. Se puede leer esto y creer que trata de magia pero enamorarse es un acto de magia, como la escritura. 
Ella vino a mí siendo ella misma, yo sólo tuve la suerte de estar allí para atraparla."


Y yo, yo también TUVE esa suerte.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Santander siempre será nuestro.

Tener una prima así vale más que cualquier cosa. Gracias por esos paseos, gracias por haber venido este fin de semana, pero lo más importante, gracias por hacerme sentir querida, por hacerme ver que tengo a alguien a quien importo y que va a estar siempre conmigo. Gracias por venir en el mejor momento, gracias por quererme así, como tú lo haces.




miércoles, 11 de septiembre de 2013

Como una manzana que al morder mi cabeza me confunde.

Hay personas que se enquistan, literalmente. Son el tipo de persona que llega por azar, en el momento preciso. Son personas adictas a los actos casuales, un tómalo o déjalo. Pero nadie te avisa de que si decides cogerlo no vas a poder soltarlo nunca más.
Tienen el poder de sacarte de ti mismo, de despertar tus sentimientos más oscuros y escondidos. Los que ni siquiera sabías que existían. Pueden encender la caja entera de cerillas con sólo estar cerca. Como el tabaco, como el alcohol, como todas las drogas, no sabes cómo dejarlas. No quieres dejarlas, en realidad. Te armas de valor y te repites día tras día que esa será la última vez. Hasta que parece que lo ha sido.
Pero, por suerte o por desgracia, el pasado siempre vuelve, para recordarte que está ahí. Y vuelve como esa persona, de noche, una noche. La noche es exactamente igual, te confunde, te hace pensar que nunca más será de día, que esas horas durarán eternamente. Y caes. Caes en picado hacia un lugar del que poca gente vuelve sana y salva.
De pronto vuelven las miradas, el baile de máscaras, la barra de hierro ardiendo que te quema las manos si la sostienes demasiado tiempo. Hasta que te quemas. Y mientras te quemas desearías poder quemarte por el resto de tu vida. Firmarías el ingreso directo en la unidad de quemados si pudieses hacerlo durar diez minutos más. Porque es esa persona, y tú sabes perfectamente quien es, sabes de quien hablo.