Aprende a sonreír sin motivo.

sábado, 24 de agosto de 2013

Hoy te echo un poquito más de menos, más de lo normal.

   Nosotros debimos estar juntos. Permanecer juntos. Yo debí buscarte menos, provocarte más. Tú debiste quedarte. Debimos quedarnos juntos, viajar por el mundo en mi cama, deshacer las almohadas, soñar, volar, quedarnos. Debí verte más los dientes, hacerte reír, tomarte de la mano y nunca dejarte ir. Debí no haberte querido tanto, no hacerte sentir necesario así tal vez te hubieras quedado. Debí conocerte más antes de enamorarme, debí enamorarte más antes de quererte tanto.

Debí y debiste, debimos tanto.

martes, 20 de agosto de 2013

Pocas cosas había más bonitas que tener a alguien importante en tu vida aunque fuera a miles de kilómetros.

Ojalá te pudiera seguir teniendo ahora mismo, poder estar hablando de todo y a la vez de nada como solíamos hacer, ojalá pudiera volver al verano pasado aunque fuera por tan solo un par de minutos.
Sé que no sirve de nada lamentarse y seguir estando mal, pero es que creo que cometí el grandísimo error de quererte demasiado, me acostumbré demasiado rápido a tus buenas noches, a las noches en vela regalando y recibiendo sonrisas a cientos de kilómetros, y ahora amigo es cuando me doy cuenta que de una vez por todas me toca desacostumbrarme a todo eso que me hacía plenamente feliz.
Me da pena que todo esto acabe así, pero ya me dijiste una vez que los verdaderos amores nunca pueden terminar bien y que siempre uno es el que termina peor, que razón tenias, como siempre.
A veces para animarme, pienso que si la vida ha elegido que nos separemos es por algo y que nadie sabe si en algún futuro lejano nos reencontraremos dispuestos a retomar lo que un día dejamos escapar. Si algún día pasara eso no dudes en que me iría contigo de cabeza, sin pensármelo dos veces, pero hasta entonces necesito volver a vivir, volver a disfrutar, volver a tener ilusiones.
Estoy segura que volverán las noches eternas, mis tonterías para hacerte reír y los "buenas noches idiota" cuando casi estaba amaneciendo.

Porque pocas cosas había más bonitas que echarte de menos por no poder verte.