Aprende a sonreír sin motivo.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Queríamos ser tanto que se nos olvidó ser algo.

  Y como el verano también es caprichoso, los días pasan sin darte cuenta.Agosto es cada vez más Septiembre, Cañadío vuelve a esconderse y en el BNS ya no cantan Turnedo ni ponen copas de garrafón a altas horas de la madrugada. 

Sabía que en la etiqueta estaba escrita la fecha de caducidad con mayúsculas y me había leído una y mil veces el mensaje tatuado en su billete de vuelta  de “consumir preferentemente antes de acabar el verano“. Pero no se si el tiempo fue demasiado deprisa o fuimos nosotros que estuvimos demasiado lentos, el caso es que quedaron pendientes tantos momentos que no hay momento que no dejase de pensar en ello.
Y lo que empieza siendo una historia como otra cualquiera de chico conoce chica, acaba en despedida en estación de autobús con pañuelo blanco lleno de mocos y canción dramática de fondo. Una escena digna del peor libro de Federico Moccia.
Y es curioso como a veces, en contadas excepciones, las cosas salen exactamente como te hubiese gustado que no saliesen. Incluso peor, si cabe. Con peros, con puntos y comas y contratiempos que te ponen a prueba.